16 de marzo de 2016

Ideas para una celebración de cumpleaños

Las celebraciones de cumpleaños suponen muchas veces un quebradero de cabeza: no se nos ocurre qué es lo que podemos hacer para sorprender y agradar a nuestros invitados.
En estos días he estado preparando la celebración de mi 50 cumpleaños (ahí es nada). Esta cifra tan significativa me hacía mucha ilusión y quería que la fiesta tuviera algunos detallitos especiales, por lo que he estado un tiempo manos a la obra.
Ya sabemos que las tiendas están repletas de cosas que harán que nuestras fiestas sean originales, pero si puedes hacerlo tú mismo, mejor que mejor.
Así que aprovecho esta entrada para dejaros algunas sugerencias que seguro que harán las delicias de vuestros invitados. Además podréis utilizarlas tanto para celebraciones de grandes como de pequeños.
Espero que os gusten. Eso sí, os aconsejo que planifiquéis con tiempo para que os resulte un trabajo ameno y no os agobiéis.

Para empezar es importante que los invitados sepan dónde está la fiesta. Un cartelito hecho en cartulina o como en mi caso una pizarra pintada por mis hijas, con la indicación, siempre será un bonito detalle. No hay que buscar la perfección, sino que sea algo distinto y con tu toque personal.



 Por mucho que nos cueste no hay que ocultar los años que se van a cumplir, ¡que todo el mundo lo sepa! ¿Y qué mejor manera que poniendo un letrero en la pared? :) Yo hice el que os muestro a continuación, recortando las letras y los números en un cartón grueso. Para el acabado me ayudé de tapones, trozos de corcho y pintura metálica. El resultado es chulísimo. Seguro que algunos os preguntaréis: ¿y por qué las letras en inglés? La respuesta es simple: ¡porque me gusta!, jajaja.



Un poquito de iluminación nunca está de más

Si como en mi caso se trata de una fecha señalada, una buena idea es que los invitados vean cómo ha sido tu evolución a lo largo de los años. Yo elegí algunas de mis fotos preferidas y con ellas decoré la pared. Recorté la silueta de un globo en papeles de colores y coloqué en ellos algunas de las fotos más especiales, como simbolizando recuerdos que flotan en mi memoria (jajaja, creo que me estoy poniendo algo nostálgica).
 



En una fiesta los invitados no se pueden ir con las manos vacías. Un detallito, sobre todo si está hecho por ti, será del agrado de todos. Para los mayores horneé unas deliciosas cookies y las envasé en pequeñas bolsitas de plástico, que a su vez metí en unas bolsas muy originales de papel, hechas por mí.


Triki fue uno de los personajes favoritos de mi infancia y no podía faltar en esta fiesta


Para los peques, como todos sabemos que se mueren por las chuches, preparé un regalo explosivo. Utilicé paquetes de caramelos Mentos, papel rojo y lana negra. Le añadí una etiqueta con un mensaje y fabriqué una caja imitando la madera hecha con porespán, para meter todo el cargamento. Yo creo que el resultado final fue un auténtico ¡¡¡BOOOM!!!



Supongo que los que me conocéis un poco, ya sabéis lo que me gusta el dulce. Pero no soy la única, en la familia somos varios los adictos. Así que en mi fiesta las delicias dulces tenían que tener su lugar preferencial. He ido recopilando tarros este tiempo atrás y he aprovechado para rellenarlos de todo tipo de chuches. Unas cintas de colores y unas etiquetas de pizarra para los tarros más grandes, es todo lo que he necesitado para conseguir un toque especial.





Y como era de esperar, la tarta o las tartas no podían faltar. Por supuesto, hice mi favorita, la de zanahoria, que adorné con un par de caritas happy hechas con fondant y un par de espantapájaros que vigilaran, por si alguien metía el dedo en la tarta antes de tiempo :)
También hice un cheesecake de limón, que siempre da un toque de frescor y unos muffins con pepitas de chocolate. Para completar la mesa de dulces, hice un par de árboles de chuches y como ya casi estamos en primavera, puse dos monas de Pascua, una de chocolate con leche y otra de chocolate puro. Vamos, que había para todos los gustos.












El resto de elementos es tarea fácil: unos banderines, luces de colores, velas, globos (yo los puse dorados por aquello de la edad...), en fin, que todo lo que se os ocurra quedará genial y, cómo no, los manjares que seguramente sabéis preparar todos (y si no se encargan) .
Espero que os gusten estas ideas y os pueda servir de ayuda.




 









Cheesecake de limón sin horno

Este tipo de tartas se consumen durante todo el año, pero por su frescura y suavidad apetecen mucho cuando las temperaturas comienzan a subir.
Son muy sencillas de hacer y existen muchas variedades en cuanto a sabores (limón, fresa, naranja, etc). La verdad que el sabor lo podéis variar a vuestro gusto, ya que la receta no cambia, tan sólo habría que variar el sabor de la gelatina que vamos a utilizar o el zumo que le vayamos a añadir.
Os dejo la receta más abajo, tan sólo deciros que elijáis el sabor que elijáis, tendréis el éxito asegurado.
















Cheesecake de Limón sin horno  

Ingredientes: Para un molde de 23 cm aproximadamente.
Para la base:
1 paquete y medio de galletas tipo Digestive.
100 gr. de mantequilla en trocitos a temperatura ambiente.
Para la crema:
100 gr de azúcar.
250 gr de queso cremoso tipo Philadelphia.
400 ml de nata para montar 35% M.G.
300 ml de leche entera o semidesnatada.
2 sobres de cuajada.
1 sobre de gelatina de limón( se puede sustituir por el zúmo de 1 limón)
Para la cobertura:
1 sobre de gelatina de limón

Preparación:

Trituramos las galletas hasta conseguir un polvo fino. Mezclamos las galletas con la mantequilla y amasamos con la mano hasta formar una masa manejable. Formamos la base de la tarta extendiendo la masa por el fondo de un molde desmontable. Tenemos que intentar que quede una superficie lisa e igualada. Es aconsejable poner en el fondo papel de horno para que luego resulte más fácil desmoldar. Guardamos en la nevera y preparamos la crema.
Diluimos los dos sobres de cuajada en la mitad de leche tibia.
Diluimos el sobre de gelatina en la  otra mitad de leche hasta que empiece a hervir y retiramos. Dejar entibiar. Si utilizamos zumo, nos saltamos este paso y lo añadimos al final de todo el proceso de preparación. También podemos añadir un yogur que elijamos para realzar el sabor, y lo añadiremos a la mezcla junto al queso y la nata.
En un cazo ponemos a calentar a fuego lento la nata y vamos incorporando poco a poco el azúcar, removemos de manera constante con unas varillas. Añadimos el queso crema, la gelatina  y la cuajada diluidas en la leche. Hay que tener paciencia, pero poco a poco veremos que se forma una crema lisa y sin grumos. Removemos hasta que rompa a hervir. Es muy importante que hierva. Alcanzado este punto, retiramos del fuego y dejamos reposar un momento.
Echar con cuidado la mezcla sobre la base de galletas que teníamos en la nevera. Yo paso la crema por un colador, por si ha quedado algún grumo. Para que al echar la crema no se estropee la base de galleta, coloco un cucharón boca abajo encima de la base y vierto la crema sobre él con cuidado. Así la caída de la crema no es tan brusca.
Dejar templar a temperatura ambiente y cuando haya perdido el calor metemos el molde en la nevera, un mínimo de 2 horas, pasado ese tiempo preparamos el otro sobre de gelatina siguiendo las indicaciones del fabricante. Cuando haya templado vertemos sobre la superficie de la tarta y metemos de nuevo en la nevera hasta que cuaje.
 Si la dejamos de un día para otro mucho mejor.
Cuando esté la mezcla totalmente cuajada, sacamos de la nevera, desmoldamos y decoramos con unas rodajas finas de limón.
Dejamos en la nevera hasta la hora de servir.